
Cómo te amé
Cómo te amé,
que hasta me salí del cuerpo
dando al cielo,
cómo te amé,
que al roce de tu mano
fui más fuerte que Alejandro,
cabalgué por el Asia en tus caderas
hallando fracaso entre tus piernas,
en esa cuenca fértil donde el Nilo otorga vida,
los imperios caen en ruina,
los reyes se arrodillan
y las llaman sus señoras,
mujeres,
sin ustedes somos muerte.
Cómo te amé,
que hasta el Egeo cambió su cause
al oír mi llanto en vela,
consolando mi derrota
como a Jerjes en Beocia,
en el mar la espuma limpia,
sangre y arena
de la boca de los persas,
de tu trigo y canela,
ni el mediterráneo me libera.
Cómo te amé,
que me olvide de mi nombre y de mis años,
de los días y de sus horas,
para amarte sin demora,
sin orgullo ni zozobra.
Cómo te amé,
que me olvidé de amar el cielo,
sus estrellas y su luna,
en las noches,
viejo lobo moribundo,
ya por poco te me mueres
nauseabundo a ras de nieve,
flotando en el desierto
te olvidé de cara al suelo,
te dejé ir
calcinando mi recuerdo,
con los ojos bien cerrados,
el venado blanco susurró,
me dijo sigue
muchachito seductor.
De la sangre de la tierra
sea volcán o ciudadela,
brota musgo en las banquetas,
así en mis cicatrices
vuelve ella siempre eterna,
pero vos ya no sos más mi Trafalgar,
en el navío Bellerophon
caratoña nueva otorgo,
en costas balcánicas
espero encontrarla,
y naufragar
en el silencio de sus pechos.
Salamandra soy sobre tu andorga,
de arriba a abajo,
me escurro cenagoso,
te suplico,
hacernos uno
igualando al Danubio,
ardiendo las perlas de tu costa eslava
exploto en pedazos granada partisana,
aroma del sol tu sudor durmiente,
cómo la amé, soberana de mi piel,
que terminé amando mi silencio
y a ti, mi confidente en el espejo.
Cerros púrpura
En los albores de la tarde,
el sol se ha cansado de inflamar
la tierra, los montes,
…el mar
de calor y cósmico estupor
ya en el cielo se revuelven
nubarrones henchidos de luz rosácea,
dos son las orígenes de aquel color toronja
o los salmones navegan la atmosfera
o la palabra de Borges divina se torna.
Bóveda diurna,
inmenso tu imperio domina
la milpa y sus lábaros de oro,
bañas con flama benévola
las pedregosas manos del hijo de esta tierra
…el tecolote observa desde las ramas del abeto
un carro de fuego rasgando el cielo,
anuncia la muerte prematura
del sol, de entre los astros titán sereno.
Debajo,
la serpiente apacigua el paso,
se sabe desnuda al rastro,
de rapaces hambrientas ,
afilados estridentes
claman sangre fría de maestro lagarto.
El viento ruge,
silba Boreas juguetón,
brinca de volcanes al fogón,
provoca sin mesura a su mentor,
Eolo, de rafagas ecuestres domador,
el café dulzón descansa
entre manglares de lengua anciana,
mishrri, me dijeron en hñähñú.
Cerros azulados,
erigen cactos desbocados
órganos barrocos de orquesta solariega
el pueblo de la luna afina sus trompetas
implorando con vehemencia las crónidas campanas
que ponen fin al teatro de las farsas
el manto del silencio ya cubre carne y espiritu
sosegado,
el pecho hierve,
y en los ojos de los gatos,
cerros púrpura se ciernen
infinitos,
del ocaso hacia el oriente.
Fe
Johannes de Silentio,
tu último guardián,
te halló en el carnicero y viejo,
no ya en el atrio episcopal,
¿ por qué el filósofo peca en necedad?
El camino del logos
empañó mis miembros,
palabras y discursos
devoraron mis tibios huesos,
sediento del instante
me volqué entre las bacantes.
Moribundo ante el impío
imploré por caridad,
me fueron dadas,
no tarde y sin alarde,
ofrendas de vicio y carne,
y con ellas,
así postrada,
su amante,
la erinia culpa
acurrucada en mi regazo,
perra,
escupes penas.
Vértigo es la casa,
mi ser la criada,
el cielo está pesado aquí debajo,
mis brazos de titán,
desmoronados,
y esa piedra que el obrero lleva al monte,
en mis manos es de hierro,
en las suyas
miel
avena
sudor
verbena.
Dando la espalda tal cual Lot
el logos ardía,
y en piedra el alma mía,
consumida en perfidia.
Bajo la argéntea mis embistes
acosaron el sueño pasajero
flagelado en el regazo
magreé mis piernas,
no son propias dije en llanto,
y en el ocaso y la mañana,
el mareo resucitaba.
En los bordes del abismo,
revuelto en temores y temblores,
noté,
estrujado el pecho,
debajo,
marejado el suelo,
Y la locura,
vecina del hombre,
burlesca,
en manta negruzca,
churrigueresca
su sien obtusa,
ojos demoniacos,
¡jaja!
sombras chinescas susurraron.
Agotado y vencido
de un golpe me arrodillo,
mi puño con rabia viaja al suelo,
lejanos,
los gritos del padre,
la furia de la sangre,
y mis ojos,
ennegrecidos.
Roído por las cenizas que la gloria deja al paso
la nausea corona mi derrota,
el fracaso diluido entre lagrimas y zozobra
cruje los dientes, Moira cegadora,
mil saetas hirientes ensombrecen mi espacio,
Dieneces mismo hubiese claudicado,
y Herodoto, mudo ante el medo,
acepta sin agrado al invasor y extranjero.
¡No más! grito al cielo
ahogado en lamentos, un remolino mis pensamientos
tan pronto dirijo la voz al padre,
el sereno se vuelve carne,
y en el pecho el sosiego
hace eco mis lamentos.
De cara al suelo,
mi voz se torna humilde
como niño ruego
¡No tardes!
padre sempiterno
que mis enemigos son el signo,
de intelectuales caro vicio.
Resignado en mi suplicio
el infinito abre su camino,
no queda más que creer
en el absurdo de la fe,
inmaculada y regia,
tu ámbito es lejano,
ni la razón o el arte alcanzan
las puertas de tu atrio
el mismo que derrumbas
ante el párroco de oficio,
pues son tus dotes conocidos
por valientes seductores
del infinito y sus favores.
Sin semblanza.
Muy buenas palabras!
Un saludo⚘
https://poetasenlanoche.wordpress.com/
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