
En su delirio clínico, Ángela Escobar, asegura ser actriz. Gusta de rituales nocturnos y la parapsicología. Ha publicado cuento y poesía en diversas revistas tanto físicas como electrónicas. Participó en el III Encuentro Efímero de Poesía en Pachuca, autora de Debajo de mis Venas Silenciosas (Ediciones Periféricas, 2019). Es guionista, productora teatral y actualmente incursiona en dirección escénica. Ángela Escobar se encuentra y se conoce entre historias, escenarios y poesía.
Diario de la señorita Lane
I will scream in vain,
oh please, miss Lane,
leave me with some pain.
“Dark Entries”
Bauhaus
Él frente a la señorita Lane,
resbala tinta oxidada.
En sus ojos de invierno,
y partituras de historias,
olvidadas en un vinyl.
Él metamorfosis de gritos,
y arañazos en su memoria.
Fuego en las entrañas,
juego de la indecencia de la señorita Lane.
Te mueres en treinta y seis minutos,
con seis segundos.
Con los ojos cerrados, empapados,
de sudor y estrellas.
La señorita Lane dobla la perversión,
en el bolsillo.
Criatura mística que alza el vuelo antes de
medianoche.
Él revolotea en la ausencia-noche,
de un espectacular vacío.
Las luces se funden en los viejos tiempos,
lista para la acción.
La señorita Lane muerde las lágrimas,
de viejos vampiros,
olor claro-oscuro.
Con uñas de fuego pálido,
arropa el sexo de la señorita Lane.
Mientras ella disimula
la decadencia con humo de cigarrillo.
Él cuerpo de dios-roto,
titila bajo el frío de espejos,
La señorita Lane construye,
una barca de muerte, orgías,
voces y el sabor de la derrota.
Obscenos despojos azules
A ella que en su universo mórbido,
de notas desordenadas,
naufraga entre ríos de miradas grises.
Ella de enajenados insomnios,
y pesadillas recargadas en la espalda,
cómo cadenas oxidadas,
la beldad demacrada,
cruje como lastre.
Ella, que pinta sus labios de corriente eléctrica,
en una camilla;
que deja estigmas, polvo y pastillas.
Ella convertida en obscenos despojos azules,
despojos azules obscenos,
obscenos azules despojos,
azules despojos obscenos,
despojos azules obscenos,
azules obscenos despojos.
Ella con el cuerpo de líneas distorsionadas,
y, las sustancias oneirikas,
que engendra la enfermedad.
Reflejos en el espejo,
de la mujer silueta vestida de incienso.
Ella tatuada de delirios,
entre sonidos violetas.
Indiferencia a la espera,
de la agonía lenta, tan lenta
como un orgasmo prolongado.
Ella hundida en temblores nocturnos,
y los soles quemando sus dedos.
con esquirlas de alma ulcerada,
con el que recoge la pluma,
para dibujar sobre su aura,
una fémina alba.
Ella sueña con el dolor,
de la ausencia convertida en un maniquí,
y la realidad tejida de mentira
de la vida que es lo único que conoce.
Ella enredada,
con hilos cobalto, de culpa
que muerde,
y desespera en el vientre,
de la habitación hinchada.
Ella con palabras de olas,
en su mente desierta.
Las velas del destino,
despacio abrasan,
los huesos.
El aire es karma,
que la ahoga flemático.
Ella esculpida de heridas,
con el cuerpo macerado,
que un día será putrefacta masa,
de gusanos y pasto.
Ella, saliva y secreciones,
de suicida apariencia,
que esboza sus muertes,
con adicciones y pastillas.