Poemas de Pablo Martínez + Makoto regresó en bicicleta

 

 

«Sugerencias y abstracción»

 

¡Claro!

repetí con fuerza.

 

El mundo, ese mundo atroz y feroz,

necesita sentir el orgasmo,

paralizar las horas,

repetirse.

 

 

«Mi otro yo»

 

Mis adentros, esos adentros

que despiertan demonios,

los que sin saberlo

penetran hasta el fondo.

 

Resucitan la melancolía en sexo

que arde y quema con sus humedades

y juntos

forman el elemento sagrado de la castración.

 

Te persigo como sombra,

abres a diario los espejos

que escupen mis palabras

para volverlas tuyas,

y volverán a mí en besos.

 

Yo podría regresar

completo,

pero los ojos están dentro de ti,

los arrancaste para mirarte

en lo perverso

que es jugar con niños ciegos.

 

Sabes binario, simple

me descubres en las cosas perdida

como si el mundo se fuera acabar,

me besas

y la voluntad desaparece.

 

Tu boca se abre,

recitas

palabras de suicidio emocional

para sepultarnos en silencio.

 

Merezco placer.

 

Ese mundo rápido,

unidireccional,

necesita una revolución.

 

Un orgasmo,

dar vuelta a las horas,

más noches de placer

menos noches de sangre.

 

la petite mort,

la petite mort,

la petite mort.

 

Sueña el mundo

con crear la danza del placer,

labios rotos de la mente y el cuerpo

que rondan la revolución empapada.

 

Día y noche

hacen puntos muertos.

 

Sonríen,

y después,

el mundo sigue girando.

 

 

Makoto regresó en bicicleta

 

A Amed

 

La relatividad del tiempo depende muchas veces del gusto que tengamos por la acción realizada. Tal vez por eso los héroes son fundamentales en la creación y modificación de líneas del tiempo que nos marcan.

El mundo que vemos todos los días, tan sólo es la representación mental entre lo que deseamos y la realidad que percibimos, este ejercicio se ha volcado en el modo de relacionarnos todos los días. He podido observar cómo es que la gente que me rodea pertenece a mi mundo y no yo al mundo de los demás.

Es por eso que el héroe puede forjar vínculos entre las personas, rompiendo un poco con los mundos egóicos, no por su ser físico si no por el ser moral. Las redes que puede tejer su personalidad, para conectar no sólo en un vínculo de amistad sino de pensamiento, hacen de esta persona alguien a destacar socialmente.

Éste tiene por herencia responsabilidades sociales hacia la virtud y la justicia, pero, ¿qué pasa cuando el héroe solo quiere divertirse? ¿Cuando él no quería ser héroe? ¿Y si el héroe sólo era la máscara?

Se puede ver de dos maneras. La responsabilidad humana que debemos tener hacia el mejoramiento social, constituye una cuestión de hermandad, donde no sólo el héroe sino la sociedad entera tendrían que volcarse platónicamente hacia la virtud. La segunda es una visión aún más humana; constituye la idea de que una persona puede permear en otras, creando una red que algún día pueda terminar en ideología.

Creo que casi todos los humanos nos movemos de ambas maneras, los procesos de enseñanza-aprendizaje nos marcan desde niños, debemos ser líderes de ideas que otros han predicado. Somos capaces de defender a muerte aquello que nos parece atractivo.

Entonces el héroe, suele salirse de esta lógica. Por azar o por fortuna logra crear una línea alterna al pensamiento ideologizante, una pequeña curva en el camino recto de la vida. El arte, como el gran héroe de la humanidad, nos da impresionantes herramientas para crear modelos alternativos de pensamiento. Entonces, ¿ser héroe sólo es darse cuenta de las herramientas que tenemos todos?

Hay héroes que tejieron redes impresionantes y jamás se dieron cuenta de eso. Personas que gastaron sus herramientas en crear ideas y conceptos, que marcaron gran parte de una población, de una generación o de una parte geográfica. Algo tenían estas personas, para que hoy pensemos que el tiempo no mató al héroe.

 


Sin semblanza.

 

 

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Colección de poesía: Adolfo Zambrano

Cómo te amé

Cómo te amé,

que hasta me salí del cuerpo

dando al cielo,

cómo te amé,

que al roce de tu mano

fui más fuerte que Alejandro,

cabalgué por el Asia en tus caderas

hallando fracaso entre tus piernas,

en esa cuenca fértil donde el Nilo otorga vida,

los imperios caen en ruina,

los reyes se arrodillan

y las llaman sus señoras,

mujeres,

sin ustedes somos muerte.

Cómo te amé,

que hasta el Egeo cambió su cause

al oír mi llanto en vela,

consolando mi derrota

como a Jerjes en Beocia,

en el mar la espuma limpia,

sangre y arena

de la boca de los persas,

de tu trigo y canela,

ni el mediterráneo me libera.

Cómo te amé,

que me olvide de mi nombre y de mis años,

de los días y de sus horas,

para amarte sin demora,

sin orgullo ni zozobra.

Cómo te amé,

que me olvidé de amar el cielo,

sus estrellas y su luna,

en las noches,

viejo lobo moribundo,

ya por  poco te me mueres

nauseabundo a ras de nieve,

flotando en el desierto

te olvidé de cara al suelo,

te dejé ir

calcinando mi recuerdo,

con los ojos bien cerrados,

el venado blanco susurró,

me dijo sigue

muchachito seductor.

De la sangre de la tierra

sea  volcán o ciudadela,

brota musgo en las banquetas,

así en mis cicatrices

vuelve ella siempre eterna,

pero vos ya no sos más mi Trafalgar,

en el navío Bellerophon

caratoña nueva otorgo,

en costas balcánicas

espero encontrarla,

y naufragar

en el silencio de sus pechos.

Salamandra soy sobre tu andorga,

de arriba a abajo,

me escurro cenagoso,

te suplico,

hacernos uno

igualando al Danubio,

ardiendo las perlas de tu costa eslava

exploto en pedazos granada partisana,

aroma del sol tu sudor durmiente,

cómo la amé, soberana de mi piel,

que terminé amando mi silencio

y a ti, mi confidente en el espejo.



Cerros púrpura


En los albores de la tarde,

el sol se ha cansado de inflamar

la tierra, los montes,

…el mar

de calor y cósmico estupor

ya en el cielo se revuelven

nubarrones henchidos de luz rosácea,

dos son las orígenes de aquel color toronja

o los salmones navegan la atmosfera

o la palabra de Borges divina se torna.

Bóveda diurna,

inmenso tu imperio domina

la milpa y sus lábaros de oro,

bañas con flama benévola

las pedregosas manos del hijo de esta tierra

…el tecolote observa desde las ramas del abeto

un carro de fuego rasgando el cielo,

anuncia la muerte prematura

del sol, de entre los astros titán sereno.

Debajo,

la serpiente apacigua el paso,

se sabe desnuda al rastro,

de rapaces hambrientas ,

afilados estridentes

claman sangre fría de maestro lagarto.

El viento ruge,

silba Boreas juguetón,

brinca de volcanes al fogón,

provoca sin mesura a su mentor,

Eolo, de rafagas ecuestres domador,

el café dulzón descansa

entre manglares de lengua anciana,

mishrri, me dijeron en hñähñú.

Cerros azulados,

erigen cactos desbocados

órganos barrocos de orquesta solariega

el pueblo de la luna afina sus trompetas

implorando con vehemencia las crónidas campanas

que ponen  fin al teatro de las farsas

el manto del silencio ya cubre carne y espiritu

sosegado,

el pecho hierve,

y en los ojos de los gatos,

cerros púrpura se ciernen

infinitos,

del ocaso hacia el oriente.


Fe


Johannes de Silentio,

tu último guardián,

te halló en el carnicero y viejo,

no ya en el atrio episcopal,

¿ por qué el filósofo peca en necedad?

El camino del logos

empañó mis miembros,

palabras y discursos

devoraron mis tibios huesos,

sediento del instante

me volqué entre las bacantes.

Moribundo ante el impío

imploré por caridad,

me fueron dadas,

no tarde y sin alarde,

ofrendas de vicio y carne,

y con ellas,

así postrada,

su amante,

la erinia culpa

acurrucada en mi regazo,

perra,

escupes penas.

Vértigo es la casa,

mi ser la criada,

el cielo está pesado aquí debajo,

mis brazos de titán,

desmoronados,

y esa piedra que el obrero lleva al monte,

en mis manos es de hierro,

en las suyas

miel

avena

sudor

verbena.

Dando la espalda tal cual Lot

el logos ardía,

y en piedra el alma mía,

consumida en perfidia.

Bajo la argéntea mis embistes

acosaron el sueño pasajero

flagelado en el regazo

magreé mis piernas,

no son propias dije en llanto,

y en el ocaso y la mañana,

el mareo resucitaba.

En los bordes del abismo,

revuelto en temores y temblores,

noté,

estrujado el pecho,

debajo,

marejado el suelo,

Y la locura,

vecina del hombre,

burlesca,

en manta negruzca,

churrigueresca

su sien obtusa,

ojos demoniacos,

¡jaja!

sombras chinescas susurraron.

Agotado y vencido

de un golpe me arrodillo,

mi puño con rabia viaja al suelo,

lejanos,

los gritos del padre,

la furia de la sangre,

y mis ojos,

ennegrecidos.

Roído por las cenizas que la gloria deja al paso

la nausea corona mi derrota,

el fracaso diluido entre  lagrimas y zozobra

cruje los dientes, Moira cegadora,

mil saetas hirientes ensombrecen mi espacio,

Dieneces mismo hubiese claudicado,

y Herodoto, mudo ante el medo,

acepta sin agrado al invasor y extranjero.

¡No más! grito al cielo

ahogado en lamentos, un remolino mis pensamientos

tan pronto dirijo la voz al padre,

el sereno se vuelve carne,

y en el pecho el sosiego

hace eco mis lamentos.

De cara al suelo,

mi voz se torna humilde

como niño ruego

¡No tardes!

padre sempiterno

que mis enemigos son el signo,

de intelectuales caro vicio.

Resignado en mi suplicio

el infinito abre su camino,

no queda más que creer

en el absurdo de la fe,

inmaculada y regia,

tu ámbito es lejano,

ni la razón o el arte alcanzan

las puertas de tu atrio

el mismo que derrumbas

ante el párroco de oficio,

pues son tus dotes conocidos

por valientes seductores

del infinito y sus favores.


Sin semblanza.

Poemas de Joe Moe

 

Todas esas voces

Todas esas voces
perdidas en un océano eléctrico,
todos esos ecos
retumbando en las montañas.

La música sigue, pero
¿quién queda para escucharla?

Sólo los gusanos
que devoran los cuerpos
y los roedores
que se roban los huesos.
 
 
 
 
Tu amor
 

Recuerdo al sol

calentando mi cara
 
con los ojos cerrados.
 
 
Y también al viento
 
susurrando en mi oído
 
pequeños poemas
 
 
y al río
 
corriendo travieso
 
de piedra en piedra.
 
Olvídate de mí
 
de mi cara, de mis ojos.
 
 
Olvídate de todo
 
de las tardes y los besos.
 
 
Olvida ya eso
 
y deja que hoy
 
te explore de nuevo.
 

 

 

Más allá

 

Más allá de todo,

de las miradas de la gente,

de los desiertos del porvenir,

de las cadenas y los fantasmas.

 

Más allá

se quedan

los besos tibios

y las miradas eternas.

 

Más allá me llevaste

con tus ojos de niña

y tus caderas de mujer.

 

Más allá me dejaste

volando bajo,

entre pilotos automáticos

y estrellas del amanecer.

 

Ahora,

mientras la noche se desvanece,

me pierdo

como la luna

con la salida del sol.

 


Sin semblanza.
 

Poemas de Elisa Zuñiga

 

«Blanca Sierpe»

Un cáliz de sombra inunda la vela con prematuras ramas y recobra su desgarrada forma en el reflejo repetido de gracia. Bajo la última gota de oleaje y algarabía se leen las tinieblas con señales invioladas, el río de sangre oculta su nombre en escombros a mitad de cruel mandato. Anhelo tu revolución que navega con tenaz alienación.

¿Eres?

¿Estás?

Cultura andina rescatada, ámame en secreto, extravia el flagelo en el sustento de mi alma, desdibújame.

Se iluminan mis entrañas cuando entro a la hoguera; incandescente e impotente fuego, trágame. Me encadenaron a las leyes de la física, al colectivo de la lucha de papel y fútil, rebroté con las canciones del pueblo y tañidos de diosas. Con los huesos ya tostados y la frente lavada, defiendo a mi especie y abro el milagro entre idiomas confusos.

Nuestras acciones son ofrendas a lo divino.

 

 

Bípedas implumes

Fiera hambrienta de aire, me adentro al crepúsculo del bosque y de súbitos colores que se diluyen con las horas del tiempo, los tonos se anuncian y las sombras muestran su timidez.

He encontrado huellas de añejos caminantes, de seres primitivos que han rezado con los cedros del lugar. Mi cráneo sufre el indómito golpe de un ave, una diamante de los prados, su sangre se diluye en el hemisferio izquierdo de mi rostro, arde, quema, mi cara se paraliza. Sus alas rotas por los sacerdotes de fuego lloran sin libertad en mis manos, su esqueleto está pavoroso, sigue húmedo y sin carne que lo cubra, sin órganos.

Las antorchas de caminantes alumbran el polvo caoba, embalo a la criatura en mi pecho y echo a andar mis extremidades, mi base. Los antropófagos escoltan la senda que hemos marcado, famélicos de masa. Mi poderío juzga a las fuerzas que conducen pies pesados.

Túneles de conexión que esconden los cimientos de aquel volátil ente y mi cuerpo en expansión y ligereza. De nigrománticas ascienden las danzas con latidos feroces, con juicio, con ego, con inercia. El lugar aspira crearme fósil, los sedimentos afanan absorberme.

 ¡Agüita sagrada! Se asoman los fluidos de las ninfas, mi lengua marchitándose, me jala al manantial. Tendí las partes del diminuto individuo, y mi piel se hundió después, en el vientre de la fuente, en tragedia.

 

 

Poemas de Adriana Yaspik

 


Autorretrato

Tiene destino de mar.

Se aburrió de ser sangre y se volvió agua.

Agua que de tan clara, se le olvidó su estado

para volverse cielo

o espejismo de la arena.

 

Respiraciones anchas.

 

Arenas dulces.

 

Rumores de sal.

 

Erosiona, hunde, limpia.

 

Es vida y destrucción.

Es el reflejo de la estela de sus versos.

Le gusta bailar con la Luna y el Sol le da res(e)aca,

pero cuando le llueve la memoria

se tiende a él, para que le evapore las tristezas.

 

Tiembla de tanto andar persiguiendo vientos

y le encanta sentir al Universo amanecer

pintado con versos en el techo del cielo.

 

Existe como el lugar donde perdiéndose uno se encuentra.

Es naufragio efectivo, sin elección.

Y es que le gusta tanto ver el alma de los navíos,

por eso siempre los desnuda con la mirada.

 

Tiene destino de mar,

con todo y sus adjetivos,

tan g r a n d e s

que no caben en las palabras.

 

 

Manifiesto

 

Hay más vida en quien no pretende reprimir la furia de la sangre, el titilar intermitente de la magia noctívaga, mucha más vida en quien se desgarra gritando sus quereres, sin miedo a que eso implique compromiso universal. Hay más de respetable en quien seduce casi como por descuido, en el coqueteo porque sí, en quien desea sin miedo al rechazo, al juicio, al murmullo de aquellos que con miedo se escudan en el pudor convencional.

Escribo para todos los labios que no se escondieron del desorden, que descansaron en arrecifes codiciados por su carne, que no tuvieron miedo de llorarle lágrimas eufóricas al éxtasis y las dejaron caer en el lienzo dispuesto para cada uno de sus excesos. Escribo porque me hierven las ganas de decir que voy a hacer con mis manos lo que más me plazca, con mis labios lo que yo mejor sepa, con mi cuerpo lo que mis límites me permitan, con y cuando yo quiera.

No huyo de mis letras desnudas, no me da miedo la prosa brava, no me intimida inventarme fuegos. No pienso truncar mi avidez, al contrario, me la exijo. Porque mi existencia es roca ígnea, porque quiero existir al lado de gente con mirada incandescente, de esa que te quema las pestañas y enciende partecitas de tu alma, porque quiero sentir tanta piel hasta el punto en el cual sea capaz de crear una enciclopedia de todos los roces posibles, quiero conocer mundos escritos en las huellas dactilares de gente que respete la erótica del roce tanto como yo, ese roce de mil incendios. Porque si ser decente implica negar que soy flama en vacío, azul y perdurable, si ser decente implica doblegarme ante sus «actúe como la señorita que es» y «no seas tan puta», entonces me parece bien ser la más indecente de las indecentes.

Porque no soy tu resultado, no soy tu máquina. Yo siento y deseo y anhelo y odio y me excito y amo y lloro y río y beso. Y voy a sentir mi fuego como yo mejor quiera, en el tiempo que yo quiera y con quien a mí me de la regalada gana. Me niego a reprimir mis ganas por la imagen que proyecto, me niego a caer en la mediocridad de pensar que eso determina mi decencia, me niego a caer en el juego de la hipocresía y estupidez colectiva. Voy a amar con la mente, con el cuerpo, con mi carne. Con mis dientes y mis uñas y los dedos de mis pies. Voy a reírme de mis gritos, arañazos y gemidos. Voy a disfrutar de mis besos, de mis sonrisas, de mis guiños. Porque así me lo exijo yo.

«Cuerpo Ausente» de Esteban Tapia †

 

Cabeza

La oscuridad a veces ronda

ronda por lo demonios

nunca antes enfrentados

necesarios para la batalla, contra…

no sé.

Son buenos los encuentros casuales.

Son buenas las mañanas cuando se atrofia

el sistema

nervioso

central.

Para ser amoral, se necesita un poco de moralidad.

El problema es que hace tiempo se ha olvidado.

Nos son las bestias las que me dan miedo,

son las personas que incitan a devorarse

unas a otras sin saber qué es lo

que las ha hecho morir.

Regresa, por favor.

Regresa, conciencia inútil.


—————————————————–
Esteban Tapia 
Ciudad de México, 
(1994-2016)

Poemas de Irving Hernández Carbajal


Disidencia

Fragmento de una creación colectiva, producto del Taller de narrativas disidentes “Putx quien lo escriba”, organizado por  Malavida Promotora Cultural.

 

Somos los otros,

los que morimos de dolor, sin realmente habitar en la tumba.

Los que creemos que la cicatriz es más importante que la piel nueva.

Agentes del caos, del pensamiento radical.

Hicimos con nuestra rabia una escandalosa bandera,

a la que nadie puede admirar ni tampoco seguir,

porque este camino no lleva a ningún lado,

es espinoso para el morboso  y aún más hiriente para el que lo transita.

Somos la herida siempre abierta (y no queremos un estúpido curita).

Sólo reclamamos nuestro digno derecho a existir

y gritar desde el olvidado margen:

 

¡hey, estamos aquí!

 

(Aunque te duela)

(Y también a mí).



Coyote

Tenía miedo de regresar al bosque profundo,

no quise abrir por mucho tiempo la libreta,

intenté ser una apagada criatura doméstica,

aullar sólo cuando me lo pedían,

comer y soñar a mis horas…

Pero al final no encontré nada,

tan sólo perdí mis meses.

 

Estoy débil pero sigo furioso,

hay vida ardiente en mis entrañas,

aún me siento capaz de comerme al mundo,

es tan sólo que ya no deseo hacerlo,

ya no quiero cambiar nada, tan sólo comprenderlo.

 

No soy agresivo ni poderoso como el lobo,

pero tampoco soso y servil como un perro.

¡Soy un coyote! Un término medio.

Indomable como el viento,

leal como la tierra que hay en mis tobillos.

¡Soy un espíritu que corre!

Pero no te confundas, no huyo,

¿a dónde podría ir que no sea esto?

 

No te confíes de mis colmillos,

te morderé cada que pueda,

no intentes mantenerme cautivo,

el único apego que siento es a estar libre.

 

Si quieres conocer la magia,

detente a observar el truco,

mira cómo te atrapo

y con la mirada te devoro.

 

Pero no puedes acompañarme,

yo no vivo en manada,

en soledad le aúllo a la luna,

a donde voy nadie puede seguirme.

 

No corro para ir a verte,

lo hago por amor al movimiento.

No escribo para que me lean,

(definitivamente la dedicatoria no va para ti).

 

No voy a cargar contigo.

Consíguete en silencio tu luna

y deja que en tranquilidad me reponga.

 

*Auu, auu, auuuuuu.*

 

 

El Vértigo de lo Inmediato: poemas de Stella Cerezo


Si quieres puedes voltear y ver el futuro en lo ancho de mi tarórica existencia, si el sonido de mis latidos apenas perceptibles choca con el eco de tu tórax, y mi pulso se hace océanos…

querido, tienes el derecho y la abrupta obligación de encenderme la piel.

M

I

G

R

A

N avegantes

T

E

S

del cosmos.

 

 


Foto by: @lospreciosistas

Extraído de:

El Vértigo de lo Inmediato


 

R E C O R D A T O R I O:

Que se nos deslice la vida en la elegancia de ser mortales

y nos venga bien; de lo mejor.

Que la risa se nos haga ancha y flotemos por las noches

para despertar siempre en la riviera de un edén,

junto a los cascos viejos y las naves derrotadas

Procuremos orbitarnos.

 


Foto: Stella Cerezo

Extraído de:

El Vértigo de lo Inmediato



 

 

«A – Marte» de Elizzie Castillo


A-Marte

Marte,

vorrei andare a Marte,

dove la notte mai finisce

e i momenti sono eterni

 

Rosso,

il suo colore passionale

mi fa pensare al suo sorriso

e al mio passato

 

Vorrei andare a Marte,

dove l’area sempre manca,

il freddo mai finisce

ma te sei sempre eterno.

 

 

 

 

 

 

«A quemarropa» de Karla Nava

Estás en la primerísima entrada de la revista. La idea DUBIUS surgió, a inicios de 2018, en el estudio de fotografía de Karla Nava. El plan era crear un medio que sirviera como plataforma para escritorxs que no la tuvieran fácil a la hora de integrarse en los circuitos de publicación. Una especie de puente a partir del cual pudieran acercar su obra con más lectores, construido en comunidad y con las aportaciones de gente de distintas disciplinas. Lo llamamos: Colectivo Dubius.

En ese entonces Karla ya era una gran artista de la fotografía. Esa tarde, cedió gratuitamente un importante catálogo de piezas que servirían para ilustrar las entradas de una primera etapa de la página del Colectivo. Esas fotografías estuvieron visibles durante toda la etapa inicial, hasta el momento en que Dubius se convirtió en editorial y revista.

Aquí, el poema que fundó las publicaciones del entonces Colectivo Dubius, junto a una galería de las fotos que heredó su autora para nuestro acervo.   

-A.L.


A quemarropa

No te vayas,

quédate mientras fielmente te ame,

mientras te entregue la vida,

sin mayores tapujos,

a hurtadillas, quédate,

cada que me tenga que ir, bésame

la oreja, la vida,

quédate,

cómeme los miedos,

déjame crecer en las sobras del amor,

inspírame la vida, inspírame la ebriedad

que no me deja.


.E. B R I A.  


KARLA NAVA, PHOTO